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De dormir en la calle a ser un exitoso emprendedor que trabaja con Meta y Google

Franco Bovone sabe lo que es tocar fondo y resurgir. Lo aprendió a la fuerza y tras verse obligado a hacerlo una y mil veces.


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Su vida ha sido una montaña rusa, que en los momentos de caída libre lo encontró consumiendo todo tipo de drogas y durmiendo debajo del puente de una autopista. Pero que hoy lo encuentra como un exitoso programador y emprendedor, certificado por Mercado Pago, Google y Meta, y trabajando con más de 300 clientes nacionales e internacionales.


"Un día, mientas estaba en una institución a la que me interné, le pedí a mi papá que me imprimiera unos libros. Estando ahí me puse a estudiar lenguajes de programación, mientras me mantenía limpio. Y 9 meses después se me ocurrió empezar con mi emprendimiento, para ofrecerle mis servicios a quienes quisieran tener visibilidad en el mundo web y no supieran como hacerlo", cuenta Bovone sobre el origen de Point Web, su empresa especializada en marketing digital.


Una vieja notebook (prestada), su madre y los perros de la familia fueron los primeros compañeros que tuvo este programador de 31 años cuando, tras salir de la internación, dio sus primeros pasos en su emprendimiento y en la casa de sus padres.


"Todo lo aprendí de autodidacta, de leer y ver tutoriales en YouTube. Porque lo cierto es que nunca pude ni terminar la secundaria", agrega Franco, con humildad y entereza, y con esa mirada profunda que solo conoce quien estuvo en la oscuridad y logró volver.


"Trabajo mucho en mi salud mental, que es algo fundamental. Y, además, soy miembro de Narcóticos Anónimos. Llevo 5 años, 7 meses y 13 días limpio de drogas y alcohol", agrega Franco, quien hasta está escribiendo un libro con su historia.


Habiendo abandonado la secundaria, con 17 años, Franco Bovone comenzó a trabajar como peón de fletes, lo que lo llevó a subir pesados y enormes sillones por las escaleras de los edificios de la Ciudad de Buenos Aires. También trabajó como delivery y hasta en atención al público de un conocido local de comida rápida. Pero los excesos seguían ocupando un lugar importante (y perjudicial) en su día a día.


Quería llevar las dos vidas: la de ser un caos que vivía en fiestas y consumiendo, pero también la de trabajar. Por supuesto que no pude, tenía 20 años, y consumía cocaína, crack y hasta paco", cuenta. Esa fue la segunda vez que sentía que estaba tocando fondo.


Entre los 21 y 23 años, el hoy emprendedor se metió de lleno en la producción de grandes eventos artísticos y musicales. Ese entorno no ayudaba demasiado, y era en esos contextos cuando terminaba convulsionando en el piso por no tomar su medicación.


"A los 23 años sentí una nueva tocada de fondo, y estuve todo un mes en un psiquiátrico. Me había querido suicidar tomando pastillas. y esa fue la nueva llamada de atención", recapitula.

Aunque aún vivía con sus padres, la relación estaba desgastada. Porque, como él describe, Franco usaba su casa como un hotel al que solo iba a dormir (y si es que...). En varias oportunidades discutía con ellos y terminaba durmiendo en una plaza o donde cayera.


Franco Bovone recuerda perfectamente cómo fue el momento en que su cabeza hizo click y supo que en esa oportunidad había tocado fondo por última vez en su vida.


"Sentía que la droga ya no me hacía efecto y me tomaba 15 vinos al día. Fumaba paco, crack, recurría a todo lo que fuese para drogarme y hasta comía de la basura y tomaba alcohol etílico. Y una noche me acosté a dormir debajo de la autopista y se me cruzó la idea de suicidarme, de tirarme abajo de un micro o de quedarme ahí hasta que muriese", recapitula.


Aquel día Franco dijo "basta", le pidió ayuda a su madre para buscar una nueva institución donde internarse y fue en aquella estadía cuando retomó la programación. Por primera vez sentía que podía decir lo que le ocurría en lugar de intentar taparlo con drogas.


En 2020, con el estallido de la pandemia, Bovone dejó la institución y regresó a lo de sus padres. Pero esta vez el déjà vu le resultó muy violento. Porque, aunque él se sentía distinto, todo estaba en el mismo lugar, lo bueno y lo malo. Por ello regresó un año más al internado.


En mayo de 2021, tras haber aprendido por su cuenta sobre lenguajes de programación por su cuenta, Franco regresó a su casa. Y creó Point Web.


"Con ayuda de mi mamá y en una notebook vieja de 13" que le habían prestado, armé el quiénes somos", acota.


Sus primeros clientes llegaron a través de publicaciones en Market Place de Facebook y listas de difusión en WhatsApp. Franco ofrecía sus servicios para desarrollar páginas web, al tiempo que fue sumando otros productos, como publicidades, creación de contenidos audiovisuales y diseño gráfico. Supo entonces que era el momento de irse a vivir solo.


Su primer departamento fue un monoambiente en Palermo, donde se instaló con una cama y aquella añeja notebook que le habían prestado.


Actualmente, Franco Bovone vive en Palermo Soho, mientras que Point Web cuenta con un equipo de 20 profesionales y 300 clientes activos.


"Nos encargamos de rediseñar la imagen de las empresas y las contactamos con clientes potenciales. Hacemos diseño web, branding y gestión de redes sociales. Además, somos partners (profesionales certificados) de Mercado Pago, Meta, Google y Kommo CRM", concluye.

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